6 viajes originales para catar un buen vino
La vinicultura una excusa perfecta no solo para una escapada de fin de semana, sino para viajar a otros rincones del mundo
Dicen que existen tantas maneras de viajar como viajeros. Es cierto. Muchas veces el destino es lo de menos, lo importante es la afición que uno tiene: el deporte, la música o incluso ir de compras. Seríamos capaces de cualquier cosas para disfrutar de nuestros hobbies. La cultura del vino es un magnífico ejemplo. Cada vez más gente viaja por el placer de degustar un buen caldo, ya sea tinto, blanco, rosado, dulce o un buen espumoso. En cierta manera es como descubrir la geografía, la historia y la esencia de un lugar.
En la última década, el enoturismo se ha convertido en la apuesta de muchos destinos. Según ACEVIN – Asociación de Ciudades del Vino – entre Europa y EE UU suman ya 96 millones de turistas al año. En ese sentido, la cultura del vino y los enoviajes han crecido en todo el mundo, pero especialmente en España. Muchos ya no solo pretenden visitar un viñedo o una bodega, y catar un vino de la zona, quieren vivir la experiencia de vendimiar y crear su propio producto. Si te apetece sumergirte en este fascinante mundo, te proponemos seis destinos deliciosamente vitivinícolas:
Regiones vinícolas
Etna – en la isla de Sicilia
Rápido: nombra una región vinícola italiana… Lo más probable es que hayas dicho La Toscana (o Piamonte, o algunos habrán mencionado incluso Lombardía). Sin embargo, muy poca gente habla de los vinos del Etna. Pero solo hay que revisar las listas de preferencias de los mejores sumilleres del planeta y probablemente verás el nombre de muchos vinos de esta región. Sí, sí, el gran volcán siciliano. La lava que arroja periódicamente este legendario monte también hace que el suelo sea un paraíso cargado de minerales para las vides. Hay más de 40 variedades de uva de la que, sin duda, destaca la nero d´Avola, que es el emblema de la viticultura siciliana.
Los viñedos del Etna se dividen en tres laderas diferenciadas. Lo más recomendable es solicitar una cita los viñedos Tenuta Delleterre Nere para catar el aclamado Etna Rosato, elaborado con las uvas indígenas nerello mascalese y nerello cappuccio, así como el aceite de oliva cultivado en la misma finca. La bodega Benanti también ofrece una excelente ruta con degustación de vinos y frutas cultivadas en sus huertos. La ciudad más cercana es la preciosa Taormina que, más allá de ser una conveniente base de operaciones para la exploración del monte Etna, también alberga un impresionante teatro griego milenario, el bullicioso Corso Umberto, y una ruta del cannoli (los dulces más populares y deliciosos de Sicilia).
Georgia – al sur del Cáucaso
Este rincón del Cáucaso, que anteriormente formó parte del coloso soviético, se ha convertido en una especie de lugar de peregrinación para los amantes del vino natural (y los amantes de la gastronomía en general). Conocida como ‘la región vitivinícola más nueva y más antigua del mundo’. Georgia presume de una viticultura que se remonta a más de 8.000 años, según revelaron restos hallados en cerámicas neolíticas . Los vinos más representativos se han elaborado tradicionalmente con un sistema de almacenamiento llamado qvevri, un recipiente de arcilla similar a una enorme ánfora de base redondeada que se entierra en el suelo. Mucho tiempo atrás, después de la vendimia, todo lo recolectado se introducía en esta ánfora donde permanecía hasta su consumo final.
Un buen lugar para comenzar a catar este curioso vino es Pheasant’s Tears, una bodega en Signagi dirigida por el expatriado estadounidense John Wurdeman, cuyas extrañas variedades combinan maravillosamente con la comida de inspiración georgiana. También hay que añadir al itinerario una visita al monasterio de Alaverdi Marani, en Kevemo Alvani Village, donde podrás ver la arquitectura del siglo XI y probar los vinos del siglo XXI.
El valle de Okanagan – en Canadá
Seguramente contadas personas asocian Canadá con el vino. En realidad, pocos invitados suelen llevar una botella canadiense como obsequio. Pues bien, en la parte occidental, en la costa del Pacífico, nace uno de los vinos más prósperos del mundo. Para comprobarlo, pongamos rumbo al valle de Okanagan, un lugar donde los habitantes de Vancouver suelen ir a pasar largos fines de semana y sus vacaciones de verano. La cantidad de microclimas con la que cuenta este valle permite que la variedad de uvas y sabores de sus vinos sean sumamente diversos, que se elaboran desde mediados del siglo XIX, pero solo en el siglo XXI esta industria realmente ha despegado como una centella.
Los viñedos Mission Hill, que ofrece una lista de vinos clásicos al estilo de Napa, podría ser el nombre más importante de esta región. Pero para algo más fuera de lo común, echa un vistazo a los vinos orgánicos de ánforas de Free Form en Okanagan Crush Pad. Y, claro, tampoco puedes perderte las bodegas Nk’Mip de Osoyoos para una experiencia excepcional. Aunque siempre podrás echar un vistazo a la cultura de las “Primeras Naciones” (las naciones originarias de Canadá), el sabor más seguro proviene del tour de maridaje de vinos y alimentos :The Perfect Union Four Food Chiefs, una introducción a los alimentos básicos locales como el oso, el salmón, las bitteroots – raíces amargas – y las bayas de Saskatoon y, por supuesto, se combina con los caldos que más se ajustan a sus sabores. El área también es un paraíso para los amantes de las actividades al aire libre, donde es posible hacer grandes rutas en bicicleta por los viñedos o ir a esquiar a las estaciones más cercanas como Revelstoke.
Champagne – en el sur de Francia
El nombre Champagne es de sobra reconocido para los amantes de vino. Todo un mito de las burbujas. Sin embargo, esta región ha permanecido fuera del radar como destino enoturístico. Pero lo cierto es que pese a su nombre, y a su escasa distancia de París (270 kilómetros), no es de los más visitados. De hecho, es una excelente opción para aquellos viajeros que quieran coger el coche desde España y plantarse en esta frondosa región. Vale la pena reservar para hacer un recorrido en cualquiera de las grandes casas (Veuve Cliquot, Billecart Salmon, Tattinger o Ruinart) y realizar un delicioso descenso por la historia de este vino francés.
El final del otoño es un momento ideal para visitar también a los productores más pequeños: en esas fechas ya se han cosechado las uvas y los enólogos disponen de más tiempo para atender a los turistas. Un par de sugerencias en esta ruta: el Champagne Rodez, totalmente orgánico, o el Champagne Tarlant. Es muy interesante comprobar cómo las fincas familiares hacen posible estos exquisitos caldos. Las ciudades a lo largo del camino también son un atractivo: no te pierdas la famosa catedral de Reims, las casas con entramado de madera de Troyes, las torres de Charleville-Mezieres (donde también hay un Museo Rimbaud en su antiguo molino), la fortaleza de Sedan, las murallas de Langres y los canales y ríos de Châlons-en-Champagne.
Adelaide Hills – en el sur de Australia
En Australia se hace muy buen vino. De hecho, cada vez mejor. Las principales regiones productoras de vinos de Australia se hallan en los estados del sur como Victoria y Nueva Gales del Sur. En los últimos 10 años, un grupo de jóvenes productores de vino natural ha transformado la industria, y la región de Adelaide Hills es la zona cero para esta revolución. El clima más frío de Adelaida proporciona la clave que lo distingue de otras regiones de la parte meridional de Australia.
Escondido justo debajo del valle de Barossa, a solo 30 minutos en coche de Adelaide, esta zona es el hogar de una enorme variedad de bodegas independientes gestionadas por viticultores naturales y experimentales. Un hervidero de creatividad. En los viñedos más artesanales, como Hahndorf Hills o el entrañable The Other Right, es probable que puedas tener un cara a cara con los enólogos propietarios. Y si te apetece catar algunas etiquetas australianas más difíciles de encontrar, hay que detenerse en Lost in a Forest, un local de pizzas a leña en la ciudad de Uraidla dirigido por Taras Ochota de la etiqueta Ochota Barrels. O probar el vino orgánico en Summertown Aristology de los enólogos Anton van Klopper (Lucy Margeaux) y Jasper Buttons (Comunne of Buttons).
Túnez – norte de África
La pequeña, y en muchas ocasiones olvidada, Túnez puede parecer la más improbable de las sugerencias en una lista de ‘dónde catar vino’, hasta que te das cuenta de que, como Francia, Italia o España, el país se encuentra justo a orillas del Mediterráneo. (Si vives en Túnez, prácticamente puedes ver la isla de Sicilia desde tu casa). De hecho, Túnez cuenta con siete regiones vinícolas oficiales, y con más de 2.000 años de producción vinícola, fenicios, cartagineses, romanos y bizantinos fueron pueblos que, a su paso, siempre cultivaron la viña en este país norteafricano.
Aunque la agitación política y las directrices musulmanas sobre el alcohol dejaron de lado la cultura del vino por un largo periodo de tiempo,pero las cosas están cambiando. Hay viñedos de gran reputación como Domaine Neferis, en Khanqat al Hajjaj, cerca de Túnez capital, o los viñedos de Domaine Shadrapa, al noroeste, sobre las riberas del Medjerda, donde se cultivan una amplia variedad de uvas merlot, cabernet sauvignon, garnacha gris, cinsault, syrah y chardonnay. Si te motiva la aventura de explorar Túnez – uno de los 52 lugares que el New York Times ha recomendado visitar – y donde varios de los mejores restaurantes tienen impresionantes listas de vinos locales, como el magnífico restaurante Cliff junto al agua, no te lo pienses y vuela a este sorprendente país.